domingo, diciembre 13, 2009

Aventura en Nueva España

Solipsismo mexicano, la ronda ronda de noche, sino no es ronda, es algarabío, es verbena, son flores rojas en el balcón de anoche. Si no hay serenatas en tu puerta ronda de noche por la mía, te regalaré tres notas azules de mar bravío, tres rancheras y un par de tortillas. Para que no te comas los huevos... la serenata recién empieza, déjame escuchar en tu puerta.
Como una mano que acariciara el viento, como si el viento se dejara acariciar, como si la caricia fuera el látigo que doma al caballo violento. No quiero serenatas en mi puerta, no quiero flores en mi ventana, no quiero tener que regarlas con lágrimas callejeras cada madrugada, despierta de pestañas y corazones violentos. Y el caballo sereno. Y la serenata violenta, que abre los cerrojos de mis puertas.
Si cada palabra es una piedra, que golpea mi ventana, me despierta en camisón y me entreabre las piernas. Si cada suspiro, cada silencio, cada vacío instante en el que no cantas tu serenata, es una lágrima que riega mi instinto, de caballo violento, de yegua embravecida, de mar sereno.
Oh, demiurgo insensato que al acariciar me creas! Cántame con tus palabras-piedras, la serenata que cantabas esa noche. Las flores rojas se marchitan, y con su regar de sangre dejan el rastro de una canción, que se pierde en la noche de América.
Tan tierra, tan tierra soy, que te abro mis flores rojas, hambrientas de lluvia, para que me cantes un amanecer de tierra.

1 comentario:

Franck dijo...

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Paulo Jose
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