sábado, noviembre 18, 2006

Nombres

Descubrí, lamentablemente, que todo tiene un nombre, ya está descripto, escrito y comentado. Y si no tiene un nombre, para un mal mucho mayor, posee una patética conjunción de nombres ajenos. ¿Quién se atrevió a ponerle nombre al blanco? ¿Y al rojo? ¿Y, peor, al verde azulado?
Si, ya sé. Cuando todo ha sido nombrado, y lo comprendes, ¿qué misión encotrar en esta vida? ¿Voltear el tablero y nombrar de nuevo? ¿Tendré que hacer como Alicia y traspasar el espejo, encontrar un mundo distinto, aún no formado, sin nombres, y olvidarme de éste, tan blanco-negro y definido?
El otro día me pidieron poesías, y respondí con certezas. Me estoy volviendo vieja y astuta, ¡qué desperdicio! ¿Dónde quedarán las llaves de mi armario, del diario íntimo encadenado a la cama, si pierdo las angustias y utopías? ¿Dónde la sutil diferencia entre el adivinar y el concluir con la espera? ¿Qué serán, sin los vacíos, aquellos llenos tan seguros? ¿Se volverá todo un gris inconcluso, un desierto de arenas oxidadas, un reloj de muñeca?
Pero no, tranquila. Aún no me has dicho tu nombre.
No me lo digas, no lo hagas, ¡sígueme besando, y así me mantedrás con vida!

Mañana

Me levanto, bostezo y se enrosca de nuevo el tirabuzón de mis cabellos. La sábana se humedece en mis zapatos, y un sueño todavía pelea por calarse entre mis cinco orejas.
Llueve, y la mañana es tan bella que me empapa las pestañas, con sus lágrimas de viento, y resquebraja mis ventanas.
Llueve, y tu cuerpo desnudo me sirve de paraguas, de saliente de roca, de tela de araña. Me aferro a tu vientre, a tus piernas gigantes, a tu barba espantada, y me seco el flequillo con el último bostezo.
Llueve, y tus brazos me anclan a la tierra desnuda, a una sábana que huye, a una pared tan blanca.
Llueve, y un diluvio amenaza debajo de tus dientes. Intento llorar, pero no puedo: de tan feliz se me caen las manos de las caderas y una coliflor amanece en mis pupilas.
Llueve, pero qué placer despertar, y sentir un mosquito zumbando en las manos, y los ojos cerrados que niegan el día, y la nube gris que me oculta tu inevitable partida.

PATENTES

BUENOS DIAS. DOS DE OCHENTA. HAY UNA POLILLA VERDE EN LA VENTANA. NO LA MIRO. NO LA MIRO. MIRO HACIA AFUERA. HAY MÁS POLILLAS VERDES. NO, SON LUCES. E EFE ZETA CUATROCIENTOS DOS. CUIDADO CON LA BARRERA. BE DOBLE VE EQUIS QUINIETOS SEIS. U ESE JOTA SETECIENTOS OCHENTA Y NUEVE. ESE PASO MUY RAPIDO. TAXI OCHO OCHO DOS NUEVE. ENTRADAS AGOTADAS. EFE O PE CIENTO TREINTA Y CUATRO. SAN LUIS. U JOTA O SETECIENTOS CINCUENTA Y TRES. UIA, ¿TE EXTRAÑO MUCHO O ESA PATENTE SE PARECE A TU TELEFONO? EL EDEN. DE KA BE SEISCIENTOS SETENTA Y NUEVE. DE ENE E SETECIENTOS SESENTA Y SEIS. GALANTE. QUE BUEN APELLIDO. CIENTO SESENTA Y OCHO Y EL CINCUENTA Y SIETE TAMBIEN. DENTAL. PALERMO. CE CE HACHE TRESCIENTOS CUARENTA Y SEIS. ¡EXPO! DOBLE VE EFE VE CIENTO TREINTA. PASO EL HOMBRE CON ROSAS. CE EFE BE TRESCIENTOS SETENTA Y CUATRO. DE ESE HACHE OCHOCIENTOS TREINTA Y UNO. LINDO GRAFFITI PERO NO LO ENTIENDO SI NO DICE NADA. CE EFE BE TRESCIENTOS SETENTA Y CUATRO. YA LO DIJE. EFE ESE GE SEISCIENTOS SESENTA Y CINCO. E ZETA ENE CERO DIECIOCHO. TE O I CERO SESENTA Y SEIS. UY YA ME BAJO. SE ME SALIO UNA SANDALIA. YA ES TARDE. LA PUERTA NO ABRE Y TIMBRE.

viernes, noviembre 17, 2006

Dos Amantes

Dos amantes:
Ella le dice: Ay! Ay! Ay! Cómo llueve! Voy a evaporarme con las nubes para, luego, caer sobre tus labios!
Él le responde: Tu boca es el sol, si me besas me quemas...
Ella le dice: Si ves mi rostro en una nube...
Él le interrumpe: Bailaré por tí la danza del viento...
Y Ella: Me beberás entera...
Y Él: Te liberaré en mi garganta, tu canto será mi voz...
Y Ella: No. Mis suspiros serán tu tormenta.