sábado, noviembre 29, 2008

Duermes

Duermes...

te siento respirar detrás de la madera, detrás de las rejas protectoras del sueño...

¡Qué ganas terribles de molestarte el descanso, de besarte los pies, de morderte los labios!

¡Qué fantástico sentirte nombrarme en tus sueños, sentirme el milagro de la amada en secreto, de las hojas que el viento arrastró hasta tus manos!

Qué esquizofrenia cuando duermes conmigo... Cuando me sueñas y me abrazas, como a otra persona.. 

Es en tus sueños que te beso de nuevo, de mil formas distintas. Es ahí donde hacemos el amor como extraños, como adolescentes eternos, sin cansancio, sin disculpas. Donde mis piernas te atrapan, y mis brazos pelean por escaparse del día. Donde somos amantes huyendo del tedio... dejaremos la vida, el trabajo, los premios...

Es allí, en tus sueños, donde me amas en secreto... tan secreto que cuando despiertes, sudando y sonriendo, me ocultarás que soñaste conmigo... que en sueños me amabas... y me amarás despierto. 

Estatuas-Columnas por Avenida de Mayo

Vi por la calle cuatro señoras de mármol.
Me miraban absortas, como quien mira un milagro.
Vi, desde la calle, cuatro señores de traje.
Pasaron como el viento,
me volaron las faldas,
y suspiró el viento entre mis rodillas.

Vi, por la ventana, cuatro gatos y un tejado.
Con los bigotes mojados me miraban absortos,
como quien mira el mar desde la playa.

Vi (y no vi, porque estaba dormida),
cuatro mujeres con cuatro hombres-gatos en sus regazos,
mirando, extrañas, la calle por debajo.
El viento pasaba entre sus piernas,
despeinaba sus cabellos de piedra,
susurraba canciones entre sus manos.

Los hombres se mojaban los bigotes en sus labios,
y pasaban, con los dedos, las hojas de los árboles.
Los gatos se mojaban los dedos con la lengua,
y leían, absortos, las hojas de los plátanos.

Los hombres de traje volvieron a pasar, 
pero ahora traían el viento en las manos.
Y soplaron.

Me desperté y vi caer a las cuatro señoras de mármol.
El viento les había golpeado la mejilla.
Un nuevo edificio se levantó en sus ventanas.
Y ahora ya no veo el mar entre mis manos.
Ya no me siento un milagro.

jueves, noviembre 20, 2008

Lluvia

Hoy llovía.
Me detuve a ver caer el rocío sobre las piedras...
¡Qué desolado el paisaje de una lluvia sin nadie!
¡Qué terrible el destino del ruido del agua sin una mano que intente detenerlo, atraparlo entre los dedos!
¡Qué absurdo tan patético las noches de lluvia vistas desde la ventana!
Ojala nunca me pierda el milagro de llover entre tus risas, escurrirme en tu mirada, caer, mentolada, desde un árbol a la tierra...
Ojala nunca me olvide el camino a los ríos, a las aguas danzantes de unas manos benditas, a los besos amantes de dos almas distintas...
Ojala encuentre el camino más corto, a través de las grietas, a tus brazos abiertos, a tu risa despierta.

Menta

Saber que la brisa seguirá mojando tus labios cuando amanezcas, que tu aliento seguirá sabiendo a menta por las noches, que tus manos no se deshojarán como flores marchitas cuando me marche... es saber que no soy tan distinta a las otras, tan igual a cualquiera. Comprenderme un segundo en tu vida de tantos segundos.
Prefiero perfumar de rocío mi cuerpo cada mañana, tentarte con las frutas de mis dedos, los cereales de mis tierras. Que se empapen de sudor nuestras almohadas.
Prefiero sentir la lluvia por mis pechos, clavar mis uñas en tu anhelo, que sientas que nada sería posible sin mis besos, sin el agua de mis fuentes, sin los poros de mi cuerpo. Sin la menta de mi boca, tu aliento no seguirá sabiendo a menta.

lunes, noviembre 10, 2008

De hombres gaviotas y árboles

Pínchame con tu mirada verde,
pínchame con tus manos macizas,
pínchame con tus dientes.
Que no se te olvide nada,
eres árbol y memoria,
eres rama y abrazo.
Eres ese pinchazo en la boca,
ese aguijón en el vientre,
esa verde mirada entre las olas.
Eres árbol, árbol y gaviota.
Y yo soy ola y viento,
para acariciar tus mejillas,
para borrarte recuerdos,
para hacerte hombre, no ya árbol,
hombre y aliento.

Agazapada

Quisiera ser un gato, sentado en el balcón,
entre tus nudillos mirando pasar al viento.
Los autos por la acera, y el cabello suelto.
Suelto de ideas...
Tener entre las garras la poderosa arma de observarte,
sentada, esperando el momento.
Agazapada...
Sobre mis patas traseras, pegar un salto,
de tus nudillos a la acera,
al balcón hundido en la niebla,
en el montón de arena mojada,
por la lluvia de mi pelo suelto.
Suelto de ideas...
Como una vela.
Ver la brisa caer, como hojas secas,
convertida en golpes,
golpes de nudillos,
llamando a la acera, sobre la puerta.
Agazapada...
Suelta de ideas...