viernes, septiembre 01, 2006

Presentación

Se me olvidó presentarme....
Ya sé que debería haberlo hecho antes, pero es que éste blog era en un principio para que mis amigos, que ya me conocen de sobras, paseen un poco entre estas palabras tan girondinas (pero con sangre jacobina por sus venas, como Mario).
Un poco de mí pueden saber por el perfil, y en cuanto a los textos que escribo, son simplemente eso, textos. Palabras que se me ocurren tomando un café, un colectivo, o en ayunas. Muchas cosas no las publico, las que sí... lo hago porque creo que valen la pena, que el aire y las palabras son un regalo y que hay que compartirlo con todos, pero sin llegar al genocidio, siempre con el debido respeto.
Podrán encontrar muchas referencias, hay Oliverio Girondo, Benedetti (ya lo dije...) porque son los que más me gustan y más leo, pero más de una oración me surgió ante un graffiti o un insulto callejero. Esas están dedicadas a los hombres que hacen tratos mafiosos en las esquinas de Buenos Aires... o parecen hacerlos.
En síntesis: palabras, apariencias, ayuno, amigos y mucha ventanilla en el colectivo. Un buen consejo.

Anita

Pensamiento

En una sociedad sin feudos,
los antiguos señores se visten
con saco y corbata.
Y limpian sus oxidados emblemas
con barro de la cuneta.
Y se pasean en limousinas limoneras,
que tienen aires de lencería barata.
Y borran lo que escriben.
Porque ahora los papeles se abochornan y se tiran al cesto,
y el camión de la basura pasa a las ocho y quince minutos al contado.
Por las dudas que te olvides.

Pero nada de nostalgia,
habrá que investigar fehacientemente cómo escribir en el viento.

Paseando por Flores

Nos volvemos antiguos, ruinas, fachadas. Muros tras los cuales sólo habitan los fantasmas.
Nos vaciamos de sentido, invadimos con panfletos adulterados las vidrieras, tierra de golondrinas.
Al entrar en la ciudad vieja se nos cae el corazón por el peso de la armadura, y entre los dedos nos queda un sabor a tabaco y amoníaco.
Las casas se desvisten y nos prestan su enrejado. Se sueltan los cables de electricidad para atar con moños frenéticos nuestras manos.
Caminando, se transforma una en bencejo, y siente ganas de arrancarse de la tierra y hacer el amor volando como una antena, ¡siempre volando!
... no me es posible ni tan siquiera imaginar que pueda hacerse el amor más que volando...
Y de pronto, paf paf. Un cachetazo pervertido nos desdibuja las alas, y volvemos a tener los senos panfletarios y la garganta reseca de los conventillos.